Llega ese momento del año donde hace calor, aunque hay una pequeña brisa. Y uno piensa, ¡ya es verano!, pero no. Las clases no terminaron, no hay una relajación extrema y una ausencia de stress, sino que este se aumenta porque las ganas de estudiar bajan al 5%.
Si me pongo a pensar en los veranos, todos tuvieron una característica especial. En el verano del 2007, antes de pasar a primer año, concentré todas mis ganas en ir a la pileta del club de amigos. Ibamos con Margarita y Camila y teníamos nuestro grupito de amigos mayores que nosotros. Eran todos los benditos días a esa pileta y la pasábamos increíble.
Al verano siguiente, 2008, mi mamá compró la temporada entera en la pileta, pero habré ido unas dos o tres veces. Ya no me juntaba con Camila y Margarita y el grupito de amigos se fue disolviendo. Pero encontré otro, mi grupo freak de salir a eventos y cantar canciones en japonés por la calle. También los inolvidables pijamas partys con las corckys cada fin de semana.
En el verano del 2009, pasé dos meses en Europa y con mi familia de allá, un viaje que me cambió mucho la manera de ver el mundo y me ayudó a manejarme sola por lugares desconocidos.
El verano de 2010, este que pasó, fue bastante aburrido pero las salidas con las chicas Austen a Villa Julia y las noches en la casa de Silvia eran priceless. Me estaba mudando así que no tuve Internet por mil años y me aburría en casa como la mejor. Ya no había pijamas partys ni pileta ni eventos ni Europa, pero hice otro grupo de amigas.
La gran incógnita es el verano que se viene. Casa alquilada en tigre, tal vez llegue a viajar a Concordia o a algún lado con mi papá y espero ver a mi mejor amiga, a mis lolis lindas y sobre todo a mi novio. Este va a ser nuestro primer verano juntos. Mi primer verano con un novio.
Y espero que el otro, cuando termine la secundaria, vuelva a encontrarme en Europa, a ver a mi familia y a mi ciudad favorita, antes de emprender mi camino a la adultez.