El tiempo vuela. Parece ayer cuando estaba en ese aula de matemática el año pasado llena de expectativas por la nota que me había sacado en el parcial. La matemática nunca fue lo mío y por suerte tengo a un novio que sabe enseñarlas perfectamente. Había estudiado mucho con el, y a pesar de que fue un principio de año muy movido para mi logré absorber todos esos conocimientos que el patético método de enseñanza de Martinucci en el lenguitas no pudo.
En fin, llegué a la clase, era mitad de cuatrimestre y era el segundo parcial que había rendido en mi vida. Llamaron mi nombre y fui con una sonrisa a agarrar esa nota jodida. Un uno.
Todavía me acuerdo como me sentí en ese momento, simplemente fue una angustia que nunca en mi vida sentí por una nota. No creo que las lagrimas hayan sido solo por la nota...pero fue como si me hubieran apuñalado cien veces en todo el cuerpo. Sin embargo no me rendí y quise dar el segundo parcial, sabiendo que era mucho mas dificil que el primero. Y el segundo "uno" del año llegó.
Con un promedio que dejaba mucho que desear decidí olvidarme de matemática y afrontar que tenía que recursar una materia que odio y que no tiene nada que ver con mi carrera. Pero bueno, faltaba mucho para el verano que era cuando la podía cursar. Y el verano llegó, de una manera rapida y voraz y se adueñó de mi cerebro para que pudiera concentrarme solo en ecuaciones e integrales.
Y ahora ya está, ya rendí ambos parciales y me quedó 10 de promedio. Un 10 que no solo significa una nota alta sino una superación, y sobre todo una maduración muy especial y una gran diferencia entre como me sentía el año pasado en esta época. Ahora ya pasó todo, y estoy empezando el año con mucho optimismo.
Hace mucho que no escribía en el blog, por que es una plataforma muy idiota que no me deja subir imágenes del modo que quiero y me enerva profundamente. En fin, es bueno volver a escribir. Nos vemos cuando me frustre con otra materia.