Salimos del restaurant de sushi en Puerto Madero. Entramos al auto, hicimos un par de cuadras y mi mamá sintió algo caminandole. Era una cucaracha enorme adentro del auto, que nadie supo como llegó ahí. El auto paró en un semáforo, me saqué el cinturón de seguridad, camine por entre los autos en el medio de la calle y me quedé en la esquina. El auto paró y al abrir la puerta la cucaracha se fue.
Pensar que no puedo ni disfrutar una fina noche de sushi porque una cucaracha me sorprende la noche.
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