sábado, 23 de junio de 2012

Fire coming out of a Monkey's head





Había una vez, al pie de una gran montaña, un pueblo donde vivían personas conocidas como los “Happy Folk”. Su vasta existencia, misteriosa para el resto del mundo, estaba oscurecida por grandes nubes.

                Aquí vivían sus pacíficas vidas, inocentes de la letanía del exceso y la violencia que crecía en el mundo. Vivir en armonía con el espíritu de la montaña, llamada Mono, era suficiente.

                Pero un día, los “Strange Folk” llegaron al pueblo. Venían camuflados, escondidos detrás de anteojos oscuros. Y nadie los reconoció. Solo había sombras, y sin la verdad en los ojos, los “Happy Folk” eran ciegos.

                A medida que pasó el tiempo, los “Strange Folk” encontraron su camino en las altas cumbres de la montaña. Y fue ahí donde encontraron las cuevas de la inimaginable sinceridad y bondad.

                De casualidad, tropezaron con el lugar donde todas las buenas almas descansan. Los “Strange Folk” codiciaban las joyas de esas cuevas sobre todas las cosas. Y rápidamente empezaron a minar la montaña. Su riqueza alimentaba el caos de su propio mundo.

                Mientras tanto, en el pueblo, los “Happy Folk” dormían inquietamente. Sus sueños eran invadidos por figuras sombrías que cavaban sus almas. Todos los días, las personas se levantaban y miraban a la montaña: ¿Qué era lo que estaba trayendo la oscuridad a sus vidas?

                Y mientras los “Strange Folk” minaban profundamente cada vez más en la montaña, empezaron a aparecer agujeros, que traían consigo un frio y amargo viento. Eso congelo la misma alma de Mono.

                Por primera vez, los “Happy Folk” tuvieron miedo. Sabían que pronto Mono despertaría de su profundo sueño. Entonces escucharon un sonido, primero distante, que empezó a crecer hasta ser de terribles proporciones. Tan inmenso que podía ser escuchado desde el espacio.

                No había gritos, no había tiempo. La montaña llamada Mono había hablado. 
Solo había fuego, y luego…nada.





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