Ayer fui a ver Medianoche en Paris de Woody Allen, y la verdad que me encantó. Fue un sumergimiento instantáneo en París, salí del cine con una sonrisa enorme en mi cara.
Y con muchas ganas de escribir sobre París.
(Antes de seguir leyendo, les recomiendo escuchar este mix de 8tracks para entrar en ambiente)
Si hago la cuenta, tengo 17 años, lo multiplico por 365 me da la cantidad de días aproximados que viví = 6205 días. Los días que estuve en París fueron tres, osea, una parte minúscula de toda mi vida. Sin embargo esos tres días están impresos en mi cerebro como tres días increíblemente especiales.
(Torre Eiffel)
El vuelo fue corto, desde el aeropuerto de Málaga (España) directamente al aeropuerto Charles de Gaulle (París). Llegamos con mi tía y no hubo ningún problema con los papeles. Mi tía vivió muchos años en esta ciudad y sabe hablar francés perfectamente, por lo tanto no había ningún problema de comunicación.
Nuestro hotel era precioso. Era chiquito pero acogedor, y hacia calor, el frío que hacía afuera era increible, me acuerdo de haber dejado una lata de coca fuera de la ventana para que se enfríe y al otro día estaba congelada. Pero el frío no era ningún problema, es más, yo ni siquiera lo sentía. Estaba tan maravillada de todo lo que veía a mi al rededor que podría haber estado en vestido y hubiera sido igual.
(El arco del triunfo)
Fueron solo tres días. Solo 72 horas fueron suficientes para enamorarme de esta ciudad. No estoy segura exactamente de qué fue, ademas se que no visité todo lo que hay para visitar, se que no la conocí de noche, ni con lluvia, ni con nieve, ni en otoño, ni en verano. La conocí de día en un invierno muy crudo, pero aún así, París no falló en mostrarme todos sus encantos. Lo cierto es que no me quería ir jamás.
Igualmente, para haber sido solo tres días, pude conocer el Louvre, el Museo de Orsay, Versailles (fuera de Paris), la Torre Eiffel, el Arco del Triunfo, Notre Dame, los puentes del sena a través de un barco, las plazas importantes y los negocios de high-couture. Ah, y también el hermoso barrio de los artistas, Montmartre.
(Iglesia de Montmartre)
Y ahora tengo la necesidad de volver pronto. Pienso en estar ahí y el corazón se me sale del pecho. Y ahora que estoy aprendiendo francés me da mucho más entusiasmo, saber que me puedo comunicar un poco más con quien yo quiera y lograr mantener alguna conversación.
Nunca voy a dejar de estudiar Francés, me apasiona. Viva la France!
Y pase lo que pase, siempre nos quedará Paris.
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